XXIX Una carroña

El poema se enmarca dentro de la primera de las seis secciones en que Baudelaire dividió su obra Les Fleurs du Mal, esto es, en la denominada Spleen et Ideal y dentro de ella al ciclo de poemas dedicados a su amante Jeanne Duval. Como nos recuerda la profesora Encarnación Medina Arjona, dentro de la arquitectura de la obra de Baudelaire:  “Spleen et Ideal (poemas 1 a 85) muestra la doble postulación de la conciencia del poeta entre las trágicas dualidades: Bien, Dios, amor espiritual, belleza absoluta, felicidad / Mal, sórdido encierro en un mundo material, spleen”.


El poema es un apóstrofe dirigido a su amada, a la que apela como “mon âme”, “Étoil de mes yeux”, “soleil de ma nature”, “mon ange et ma passion”, “la reine des grâces” (imágenes de la tradición amatoria clásica, del amor cortés y renacentista). Como ha sido señalado por diversos autores el poema se inscribe en la tradición de los  topoi poéticos del “tempos fugit”,  la “vanitas vanitatis”, o el “memento mori”, de raigambre clásica y que pasará por las poéticas renacentistas (petrarquista), barrocas y románticas, de donde las tomará Baudelaire para subvertirlas: “Tot el poema, un dels més atrevits de Baudelaire, pot entendre´s com una desposta irònica, moderna i “urbana” al lloc comú en la poesia del Renaixement i d´una part del Barroc europeus (Tetrarca, Ronsard i Shakespeare, per exemple), en què es recorda a l´amada que un dia es convertirà en no-res…” (Jordi LLovet).

En su estudio dedicado a Théophile Gautier, Baudelaire señala que “es un privilegio prodigioso del Arte que lo horrible artísticamente expresado deviene belleza”. Responde con este argumento a la controvertida cuestión expresada en el poema El Ideal. En su estética, variada y múltiple,  él asume la tarea de traducir los tormentos y los sueños del hombre dividido que pugna entre el “Spleen” y el “Ideal”. No es sorprendente, pues, verle adoptar en la evocación de la Muerte –antes de comunicarnos sus presentimientos de las glorias del más allá o de las esperanzas sublimes de la fe- un realismo brutal convertido en estética de lo horrible.

Baudelaire no insertó esta pieza en la última división de su libro, la consagrada a la muerte, donde debería figurar siguiendo una apariencia lógica. Antes de elevarse a una contemplación ferviente de la realidad suprema, nos sitúa, al comienzo de su peregrinaje espiritual, ante un cadáver en descomposición. Este poema, así como otros de Las Flores del Mal –las Metamorfosis del vampiro y tres estrofas del Viaje a Cytérea, especialmente- da acceso a una forma nueva de lo bello que será característica del movimiento moderno conocido bajo el nombre de expresionismo.

La Carroña es una composición dividida en tres partes puestas en contraste. En primer lugar encontramos una descripción vigorosa sobre lo horrible (estrofas I a V y IX); después una ensoñación, hechas de imágenes espiritualizadas (olas, música y formas) (VI-VIII), que es una transposición lírica; y finalmente la reacción filosófica (las tres últimas estrofas), que es la expesión de su espiritualismo más puro, expresado mediante el contraste de términos antitéticos: “inmundicia” e “infección” frente a “ángel”, “estrella” y “sol” (estrofa X); “gracias” y “sacramentos” frente a “enmohecerte” y “osamentas” (estrofa XI); y “hermosa” frente a “gusano”, o,  “la esencia y la forma divina”, frente a “amores descompuestos” (estrofa final).
En los dos últimos versos del poema se testimonian los términos de una precisión metafísica que hacen honor a la formación del poeta. Los conceptos de “esencia”, de esencia divina, y de “forma”,  categorías que aparecen con todo rigor en la terminología platónica y aristotélica como dos principios universales.


Leemos en el estudio que J.-D. Hubert dedica en su obra L´estétique des “Fleurs du Mal”. Essai sur l´ambiguïté poétique:

“Encontramos un género de ironía en este poema. La ironía proviene, de una parte, de la comparación entre el animal en descomposición y el amor, y, de otra, de ciertas alusiones religiosas que sirven para describir la carroña. La primera de estas ambigüedades aparece desde el comienzo del poema: “Les jambes en l´air…”
“Brûlante” tiene el sentido de deseo y de descomposición, pero sobre todo “nonchalante”(descuidado, perezoso, indolente) que, como en Danza macabra, significa suavidad al mismo tiempo que ausencia de calor, y “cynique” que marca menos la obscenidad que la naturaleza canina de la carroña, intensificando la ironía del poema.
La ironía religiosa se desarrolla en las dos estrofas siguientes: “Le soleil…”. Piénsese en las palabras de San Pablo según las cuales  Dios, en el paraíso, entregará centuplicada todas nuestras buenas acciones. Baudelaire, en suma, se agarra a la naturaleza que detesta. La ironía proviene de la aproximación, puede que inconsciente, entre el alma del justo y el cadáver en descomposición de un perro. La estrofa siguiente es ambigua a causa de los dos sentidos de la palabra “ciel”. Vemos el cadáver descomponerse al sol, pero pensamos también en el ojo celeste vigilando el desarrollo de cualquier alma superba, es decir muy orgullosa.
La sexta estrofa también contiene una alusión religiosa: “Tout cela…”. El vago soplo que comunica la vida a la carroña evoca la idea del alma. El verso “Vivait en se multipliant” sugiere otra recomendación bíblica:”Marchad y multiplicaos”, es lo que da la impresión que la carroña encierra todo un universo.
La última estrofa no es menos irónica que las otras: “Alors…”. El poeta observando la esencia divina de sus amores descompuestos, ¿los conservará a la manera de un Ronsard o un Shakespeare en sus bellos sonetos imperecederos?  La “forma y la esencia divina” serían entonces idénticas a la poesía que, similares al alma de un bienaventurado, trasciende el cuerpo y la vil materia: platonismo poético que puede encontrarse en la mayoría de poetas del Occidente. Pero se podría decir, desgraciadamente, que esta forma y esta esencia divina no son después de todo mas que el recuerdo de la carroña abriendo cínicamente su vientre lleno de exhalaciones.”

La forma métrica y estrófica de La Carroña es la del “quatrains à rimes croisées”, esto es, cuatro versos (no se corresponde exactamente con las formas castellanas de la cuarteta o el cuarteto) alejandrinos y octosílabos, distribuidos de forma alterna: 12, 8, 12, 8; con rima cruzada y consonante.

Encontramos una sinestesia en el verso segundo de la primera estrofa: “Ce beau matin d´été si doux” (“esta mañana de dulce estío”):  imágenes que se convierten en  símbolos:
-“vague” (“onda”) en la estrofa VI. Esta palabra será repetida como final de verso en la misma estrofa, haciéndolas partícipes de rima, pero con significado diverso: el sustantivo “ola” frente al adjetivo “vago” referido al “soufflé” (“soplo”), imagen/símbolo de vida en la muerte.
-el símbolo “étrange musique” (“extraña música”) se compara a los elementos naturales: “l´eau”, “le vent” y “le grain”, estableciendo entre ellos una relación basada en el ritmo (“mouvement rhyhtmique”), de la descomposición, de la putrefacción (muerte y vida).

-“rêve” (“sueño”), referido a las formas que ve en la descomposición, en la carroña., unido a “ébauche…sur la toile oubiée et que l´artiste achève/ seulment par le souvenir” (boceto de una tela olvidada que un artista acaba únicamente por su recuerdo”).